Domingo 01 de Junio de 2014
Entrevista: Carlos de La Torre participó esta semana en
el coloquio organizado por la Universidad Andina para recordar los 70
años de La Gloriosa, la revuelta popular que llevó al poder a Velasco
Ibarra el 28 de mayo de 1944. Habló con HOY sobre el caudillo y su
parecido con Rafael Correa.
¿Cómo caracteriza a La Gloriosa? ¿Por qué es importante?
La Gloriosa fue vivida, por quienes participaron, como un momento
extraordinario. Para los actores de la época estaba en juego el futuro
de la Nación, la posibilidad de democratizar el país y defender el
territorio. La misma existencia de la Nación estaba en juego. En La
Gloriosa hubo tres visiones de la democracia. Primero, la populista de
Velasco Ibarra, con actos plebiscitarios de masas que se reconocían en
él, un líder que está más allá de las instituciones, de las
constituciones y de los mecanismos de rendición de cuentas. Después, la
izquierda que luchó por establecer la democracia formal, burguesa e hizo
una Constitución con mecanismos de rendición de cuentas, división de
poderes, una Constitución interesante. Lo sarcástico es que ellos iban a
luchar contra esas mismas libertades burguesas cuando se implementara
la verdadera democracia, la democracia real o sustantiva que eliminaría a
la democracia burguesa. En tercer lugar está la crítica de los
liberales, que vieron en esto un golpe de Estado, una insurrección
contra un gobierno electo en las urnas. Son interesantes estas visiones
alternativas de lo democrático y cómo sectores amplios de la población
se unieron bajo un programa mínimo de democratización basado en la idea
de elecciones libres en contra del Partido Liberal.
Para gobernar con una Constitución de izquierda, Velasco Ibarra se alió con la derecha. ¿Cómo ocurrió?
Velasco Ibarra se cree la encarnación de los deseos populares. Cree que
el pueblo tiene una sola identidad, un solo interés, encarnado en el
líder que conoce sus deseos. Grandes masas lo aclamaron y le pidieron
que se encargara del destino de la Patria. Pero en el poder se encontró
con una derecha relativamente fuerte, con un Partido Conservador que
tiene su poder; una izquierda que manejó la Constituyente y que no es
solo partidista (Partido Socialista, Comunista, Vanguardia Socialista
Revolucionaria) , sino de movimientos sociales: es una izquierda que
hace el primer congreso de la CTE, funda el FEI, dos años antes había
fundado la FEUE. Velasco tiene que enfrentarse a rivales fuertes, con
peso no solo político, en la Asamblea, sino de movilización popular. Y
gobierna en un contexto no de crisis económica, pero sí de incremento
del precio de los alimentos básicos, un proceso inflacionario que la
gente percibe como muy grave para los sectores populares. Para Velasco
Ibarra es difícil ser la voz del pueblo cuando hay otros que tienen el
poder para interpelar al pueblo. No tiene más remedio que pactar con la
derecha. Después se pelea con la derecha y termina en un golpe de
Estado.
¿Diría que la izquierda no sabe aprender de sus errores?
Llama la atención esta fe de la izquierda en caudillos carismáticos.
Debían haber aprendido a no confiar en Velasco Ibarra: les reprimió en
su primera administración y siempre que pudo persiguió a la izquierda.
Pero la izquierda no solo apostó por Velasco Ibarra. También apostó por
Lucio Gutiérrez. Napoleón Saltos, profesor universitario de la
Coordinadora de Movimientos Sociales, escribió un texto sobre la Comuna
de Quito, como si fuera la de París el golpe del 21 de enero. Gutiérrez
también los traiciona y después apoyan a Correa, que dice ser de
izquierda pero nunca militó y no tenía ninguna credencial izquierdista
aparte de sus declaraciones. Y la mayor víctima del Gobierno ha sido la
izquierda: Pachakutik, el MPD, los garroteros, como dice el señor
Presidente, y los movimientos sociales tachados como corporativistas y
criminalizados. Una de las cosas que la izquierda debía aprender es no
apoyar a caudillos que son un tiro al aire. Sobre todo en una condición
como la que rodeó a la elección de Correa: movimientos sociales en
crisis, partidos políticos en crisis. En esa situación Correa pudo hacer
lo que Velasco no.
¿En qué son equiparables Correa y Velasco Ibarra?
En el populismo se ve la política como una lucha maniquea y frontal
entre el pueblo y la oligarquía. Un líder dice encarnar los deseos del
pueblo. Y la idea de pueblo de los populistas –y en esto Correa es igual
que Velasco Ibarra–, es un conglomerado con una sola identidad, que se
expresa en su lucha contra la dominación oligárquica y se encarna en la
voluntad del líder. Ambos comparten esa visión de la política como una
lucha maniquea. Se sienten los salvadores, tienen una misión, no son un
político más. No son un Obama que está por dos períodos y se va a su
casa. Estos tienen una misión histórica: la redención de la Patria. Son
imprescindibles y su acción política es un sacrificio. Es chistoso, en
eso se parecen mucho: Velasco siempre decía que se sacrificaba, que no
quería ir al poder, que estaba feliz dando clases. Lo mismo dice el
señor Correa.
Pero el país de Velasco Ibarra ¿se parece al país de Correa?
Con Velasco Ibarra estamos hablando de la primera incorporación de gente
a la política, gente que estaba excluida por el fraude electoral y por
las restricciones del voto a los analfabetos. En Velasco Ibarra hay un
primer intento de incorporación. Correa llega cuando ya la población
está incorporada . Por eso su populismo es mucho más dañino para la
democracia. Con él asistimos a la muerte lenta de la democracia.
Guillermo O’Donell dice que la democracia no muere súbitamente, con un
golpe de Estado, sino que es un proceso largo, una muerte lenta. En
Ecuador se han dado varios actos de esta muerte: cuando la Asamblea
Constituyente se atribuyó potestades legislativas y cerró el Congreso;
cuando el gobierno interviene en la justicia; cuando se usan recursos
del poder para ganar elecciones; cuando se utiliza al CNE para burlar la
opinión de los ciudadanos que quieren una consulta; y ahora, una
reelección indefinida… La democracia ecuatoriana ha muerto, Velasco
Ibarra no la logró matar.
¿Cómo caracterizaría el izquierdismo de Correa?
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que el pueblo
confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de los
deseos populares. Pero además tiene una visión de democracia sustantiva,
como reparto del excedente. No creo que tenga una visión izquierdista
revolucionaria. Cuando habla de marxismo a mí me da pena ajena. Muchos
estuvimos desentrañándonos el coco leyendo a Marx y operando en
grupúsculos, él jamás pasó por ahí. Pero sí mantiene con la izquierda la
idea de que la verdadera democracia es la democracia sustantiva, en su
caso entendida como justicia social. Su visión es tecnocrática y poco
participativa. No hay instituciones de participación popular, solo
participamos en las elecciones.
Él diría que a su Gobierno le importa tanto la participación ciudadana que hasta ha construido un poder del Estado para ella.
Claro, ha construido un andamiaje estatal de la participación, que es un
absurdo. Pero ni aun en los mecanismos de participación hay verdadera
participación. Va un funcionario con un Power Point, te explica unas
ideas y te da un sánduche y una cola. Chao, se acabó la participación. Y
cuando la sociedad trata de participar no la dejan, como a los
Yasunidos, en la forma más vergonzosa. Es muy cómico leer a “Los
Comunes” diciendo que debe haber un correísmo de base. A eso apostaron
desde un principio y crearon un Frankenstein que se los comió. Estoy
hablando de la izquierda que, en la casa de Alberto Acosta, decidió
candidatizar a este señor Correa. Acosta hablaba del compañero
presidente. Nunca lo fue. El compañero se libró de todos los que podían
hacerle sombra.
¿Ve usted a Correa convertido, después de la próxima elección, en un gran ausente a la manera de Velasco Ibarra?
Todo dependerá de cómo termine su período. Si hay un colapso, una crisis
económica, no creo que eso se dé. Espero que no ocurra. Pero si él
logra retirarse con altos índices de popularidad, él va a ser el
referente. Porque hay una cosa interesante: ¿por qué en este país no han
logrado ponerse de acuerdo las fuerzas opositoras, excepto los grupos
chiquitos de izquierda? Yo creo que es porque Correa no afecta los
intereses de las élites ni de las clases medias. Los primeros hacen
grandes negocios, los otros están de burócratas, con muy buenos sueldos.
No hay necesidad real ni se percibe un peligro con el correísmo. El
correísmo no da miedo, por el contrario, da muchas cosas con tal de que
estés callado, levantes la mano, votes y digas que todo es bonito. (RA)
Un líder dice encarnar los deseos del pueblo. Y la idea de pueblo de
los populistas –y en esto Correa es igual que Velasco Ibarra-(...)’.
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que el pueblo
confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de los
deseos populares’.
El Persoanje: Tiene un Ph.D en Sociología por la
New School for Social Research. En su ensayo La Seducción Velasquista
profundiza las características del liderazgo político de Velasco Ibarra.
http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/con-correa-asistimos-a-la-muerte-lenta-de-la-democracia-607465.html
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que el pueblo confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de los deseos populares. Él diría que a su Gobierno le importa tanto la participación ciudadana que hasta ha construido un poder del Estado para ella.
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