domingo, 8 de junio de 2014

El Niño y el cambio climático: los escenarios son dantescos

Domingo, 8 de junio, 2014

La proyección de un grupo de expertos en guayaquil y el parque machalilla

Entre diciembre y mayo el país vivirá momentos duros. La planificación logrará mitigar sus efectos, pero todavía hay poca conciencia de la gravedad del problema, sobre todo en las áreas que resultarán muy afectadas...

Con el apoyo de la agencia de cooperación de Estados Unidos (Usaid), que salió del país este año, un grupo de científicos midió los riesgos y las consecuencias del fenómeno de El Niño y La Niña. Y sus pronósticos son catastróficos si no hay una intervención conjunta de las autoridades locales y nacionales en dos lugares: Guayaquil y los alrededores del Estero Salado y el Parque Nacional Machalilla.

¿Por qué se concentró el estudio en esos dos lugares?

“El ciclo anual en el mar ecuatoriano se manifiesta por la cobertura e influencia de dos grandes masas de agua de distintas características, durante la estación húmeda (diciembre-mayo) -dice el estudio de 70 páginas-, existe predominio de aguas más cálidas y salinas provenientes de la cuenca de Panamá, que a su vez proveen energía a la atmósfera y contribuyen con la generación de lluvia. La influencia de estas aguas alcanza su máximo hacia el sur entre marzo y abril  frente a las costas del norte de Santa Elena”.

Entre mayo y junio, en cambio, según ese informe, desde el sur la corriente de Humboldt comienza su expansión hacia el norte, favorecida por el flujo de los vientos alisios del sureste y llevando las aguas frías y más salinas frente a las costas de Manabí.

El encuentro de las masas de agua cálida con las frías de la corriente de Humboldt, dice el estudio, determina la formación de una zona de transición que a lo largo del año fluctúa frente a las costas de Manabí y genera  la humedad. Esta, al llegar al continente es captada por los bosques nublados y secos. Es la causa de las fuertes lluvias en la costa central y norte en época seca. Se incrementarán también las probabilidades de ocurrencia de veranillos más prolongados.

En el caso de Guayas, la percepción de riesgo  en las comunidades que se verán directamente afectadas está asociada al recuerdo del fenómeno de El Niño de 1997-1998. Según “la experiencia narrada por los pescadores del Golfo de Guayaquil, durante el evento El Niño 1997-98 los manglares resistieron los efectos de los cambios en los niveles de salinidad y temperatura del agua hasta que a finales de 1998, las alteraciones del agua sobrepasaron el límite de resistencia natural del manglar”. El resultado: bacterias y gusanos destruyeron el ecosistema.

En el caso del Parque Nacional Machalilla, la mayor amenaza por exceso de lluvia se presenta en la parte sur, desde la Mocora, Río Plátano y el Tigre hasta su límite sur, mientras que la menor amenaza se localiza en su parte extrema norte en Salaite.

La mayor amenaza, ahora, por déficit de lluvia, está en la parte norte del parque desde un eje al norte de Salaite en dirección a Cerro de Mero. Menos amenazadas están La Colombia, Mata Palo, El Limón, Vueltas Largas, Santa Rosa y San Vicente.

Las condiciones de vida de los pobladores tienen mucho peso en la vulnerabilidad social. Las parroquias  Julcuy y Machalilla son las que correrán mayor riesgo, mientras que los habitantes de Puerto Cayo podrán superar con éxito el evento de El Niño.

Eso porque la economía de las poblaciones depende de la pesca, el turismo y los servicios asociados de hotelería, alimentación, venta de artesanías e instituciones de Gobierno. En las áreas rurales hay la crianza de animales como vacas, chivo y, gallinas.

 “La distribución espacial de las comunidades vinculadas al parque es dispersa y está ligada de alguna forma a la productividad de las tierras -dice el estudio-, así como a la recuperación tras la ocurrencia de eventos climáticos adversos tales como El Niño”.

En Machalilla existen zonas de fuertes deslizamientos como la del trayecto de El Carmen a Vuelta Larga y algunas dentro de la población de Machalilla.

Los riesgos para la población aumentan porque poco se ha hecho en prevención en temas clave. “El área marina está sujeta a muchas presiones... El daño que se ocasiona al fondo por el anclaje indiscriminado de embarcaciones, especialmente en zonas de coral, ocasionando el deterioro de estos arrecifes y la disminución de productividad marina”.

El estudio recuerda que en el anterior evento de El Niño, los arrecifes coralinos de Canta Gallo frente a Puerto Cayo, ya quedaron sumergidos en el lodo.

“Si bien la observación de ballenas es un atractivo que incentiva el desarrollo de la comunidad local, estos cetáceos ya se están volviendo esquivos, por la cantidad de embarcaciones que ofrecen el avistamiento”.

 A esto se suma la fuerte contaminación por parte de la industria pesquera y las malas prácticas en el manejo de la pesca. “Ya no se practica el botado de peces pequeños al mar”. Ahora estos son usados en la fabricación de harina de pescado.

Y en el plano institucional, el estudio identificó conflictos entre pescadores artesanales, buzos, operadores turísticos y pesca industrial por el uso de recursos.

En cuanto a Machalilla, el estudio propone promover la construcción de sistemas ancestrales para almacenamiento de agua (albarradas), aplicando el conocimiento local ancestral, además de reubicar senderos y caminos en zonas menos susceptibles a las inundaciones. También se sugiere promover el manejo costero integrado y usar zonas de riesgo para fondear embarcaciones.

En los alrededores del Estero Salado

Turismo, salud, recursos naturales se pasan revista en el estudio

 El estudio plantea dos escenarios por el cambio climático.

Sin Intervención:  “El incremento de la temperatura de las aguas interiores del Golfo de Guayaquil estimulará los procesos bacterianos. El Estero Salado se convertirá en un cuerpo de agua inerte, por su eutrofización, llegando a un punto irreversible y convirtiéndose en un foco de contaminación para la salud humana y la pérdida total de los recursos vivos.

Los impactos de este proceso se proyectarán a las zonas de la reserva, afectando severamente la integridad del ecosistema de manglar y una reducción significativa en las actividades de pesca y recolección en el extremo norte del Golfo de Guayaquil.

Los niveles de toxicidad limitarán el consumo de crustáceos y peces en buena parte del golfo interior y esto, a su vez, podría ocasionar un desplazamiento diario de la población de pescadores en busca de fuentes de trabajo alternativas hacia sectores más alejados y, posiblemente, un desplazamiento de las comunidades que actualmente viven en el área en busca de otros lugares de asentamiento, sin descartar que buena parte de este grupo humano se dedique a actividades delincuenciales.

La actividad turística se vería notablemente afectada por el desplazamiento a otras áreas de la avifauna y otras especies asociadas al manglar, ya que no encontrarían alimento suficiente en la zona, lo que sumado a los niveles alcanzados de contaminación ambiental convertirían el área de reserva en poco atractiva para el turismo.

El proceso de colapso del Estero Salado en su ramal urbano seguiría avanzando lentamente hacia el sur. La resiliencia natural de comunidades y ecosistemas frente a las fluctuaciones climáticas se vería mermada significativamente y la mortandad de especies y pérdida de manglar sería amplificada ante la ocurrencia de eventos climáticos extremos asociados los fenómenos de El Niño o La Niña”.

con  intervención: ”La implementación de un plan de ordenamiento y uso sostenible del suelo para la zona de reserva y zonas urbanas adyacentes permitirían contar con una zona de amortiguamiento para el ecosistema de manglar. Esto facilitaría la circulación oceánica y biodegradación de contaminantes remanentes en agua y suelo, disminuyendo de esta forma los niveles de contaminación acumulados en el sustrato marino en la zona de reserva.

Los asentamientos humanos cercanos a la zona de reserva se encontrarán reubicados en zonas seguras y habitables contribuyendo a la reducción de riesgos de desastres.

Bajo la perspectiva de gestión ambiental integrada mediante la implementación de planes de remediación ambiental que incluyan la recuperación de espacios degradados, descontaminación del sustrato marino, control y reducción de vertimientos y emisiones... se alcanzaría un ecosistema saludable para eventos extremos como El Niño.

Las condiciones descritas permitirían alcanzar un balance entre la dinámica ecosistema-comunidad que propicie la salud ambiental y humana y la aplicación del enfoque ecosistémico garantizará la sostenibilidad de los medios de vida locales...

Una intervención coordinada mediante las redes sociales existentes sería la base para la implementación de los planes de adaptación a la variabilidad y cambio climático”.

En los alrededores del Parque Machalilla

Los recursos hídricos se perderán en el escenario más desolador

 Promover el acopio y recuperación de prácticas ancestrales amigables con el ambiente para el uso sostenido de los recursos en la parte terrestre y marítima, que incluye artes de pesca, cultivos sin químicos y limitaciones para ganadería de especies no compatibles con el Parque Nacional es una de las recomendaciones a aplicarse en ese lugar. El estudio vio dos escenarios en caso de que nada se haga ante el avance del cambio climático y eventos extremos como El Niño.

sin intervención: “El área del parque y sus zonas aledañas experimentarán un decrecimiento sostenido de los recursos hídricos, probablemente de norte a sur con un colapso paulatino e irreversible de los ríos pequeños, así como el agotamiento de los acuíferos, que eventualmente podrían ser recargados ante la ocurrencia de un fenómeno de El Niño de intensidad fuerte...

La ausencia de una gestión integral de recursos hídricos causará migración y cambio de actividades económicas que probablemente ejerzan mayor presión sobre los recursos naturales del parque. Ante los problemas para desarrollar actividades agrícolas o turísticas en el área terrestre del parque , se producirá una mayor presión sobre la franja costera, posiblemente traducida en sobrepesca, contaminación marina y sobrepoblación expuesta a peligros naturales, especialmente a movimientos de masa y deslizamientos.

Los conflictos sociales existentes, así como los problemas de seguridad y ordenamiento costero, podrían afectar seriamente la actividad turística agravando las condiciones de vida y sostenibilidad de recursos en la zona. Los conflictos por uso de suelo incrementarán la presión del aprovechamiento de los recursos naturales que provocan afectaciones sobre los ecosistemas y servicios ambientales”.

 con intervención: “Para el parque y su zona de influencia, los escenarios integrales con una intervención adecuada se deberían enfocar sobre una gestión adecuada de los recursos hídricos que implicaría un gran esfuerzo de acuerdo de negociación entre los actores y en el área marino-costera, el fortalecimiento de los mecanismos para el manejo sostenible de los recursos acuáticos así como el fortalecimiento de las actividades de la faja costera integrada a la faja marina adyacente.

La gobernanza mejorada, el diálogo efectivo entre autoridades y actores y los mecanismos de control en el área marina del parque Machalilla, mejorados, se convertirían en la mejor herramienta para poder obtener resiliencia de las comunidades y ecosistemas para enfrentar fluctuaciones asociadas con el cambio climático en la parte continental como en la oceánica.

Los medios de vida de la población pueden ser preservados en forma sostenible y equitativa, logrando fortalecer estos procesos. La población ubicada en la faja costera en el área del parque está expuesta a riesgos naturales y muy especialmente a deslizamientos como en el caso de Machalilla, por lo que una estrategia gradual de reubicación podría contribuir a garantizar comunidades más seguras y menos vulnerables a eventos extremos asociados con el cambio climático en la zona. Agregando a la probable intervención un sistema integral de manejo ambiental se garantizará la conservación de los recursos existentes, protección de medios de vida y sostenibilidad de los servicios ecosistémicos”.

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