jueves, 17 de abril de 2014

Papa Francisco lava los pies de 12 personas con problemas de movilidad

Jueves, 17 de abril, 2014

El papa Francisco cumplió este Jueves Santo con el ritual del lavado de pies a doce discapacitados, entre ellos un chico libio musulmán, en una ceremonia celebrada en una iglesia de un barrio periférico de Roma.
El pontífice, que tuvo muchas dificultades para arrodillarse y levantarse del cojín blanco en el que se apoyaba, vertió agua, secó y luego besó los pies de cada uno de los doce escogidos.
Francisco, que en ocasiones parecía agotado, fue ayudado siempre por dos asistentes, entre ellos el encargado de las ceremonias, monseñor Guido Marini.
"La herencia que Jesús nos dejó es la de ser servidores, unos a los otros", dijo Francisco al iniciar la ceremonia, que estuvo acompañada por cantos simples en italiano.
Señaló que lavar los pies es un gesto simbólico, "porque eran los esclavos, los siervos, los encargados de lavar los pies a los invitados, porque en esa época las carreteras eran de tierra y cuando se llegaba a una casa era necesario lavarse los pies", explicó.
La ceremonia del Jueves Santo conmemora la última cena de Jesús con los doce apóstoles antes de ser arrestado y condenado a muerte. El rito se llevó a cabo en la moderna iglesia de la "Fondazione Don Carlo Gnocchi - Centro Santa Maria della Provvidenza", en el barrio de Casalotti-Boccea, en las afueras de Roma.
El año pasado, el papa argentino lavó los pies a un grupo de jóvenes detenidos, entre ellos dos chicas, en la cárcel para menores de Roma de "Casal del Marmo".
Alegría  del sacerdocio
En la misa del Jueves Santo, como recordó el papa argentino, se rememora "el día de la institución del sacerdocio y de la propia ordenación sacerdotal" y por ello su sermón estuvo dedicado a cómo deben comportarse los sacerdotes.
El papa Francisco recordó este jueves a los sacerdotes la necesidad de las "hermanas" pobreza, fidelidad y obediencia para conservar la "alegría sacerdotal", durante la homilía de la misa Crismal del Jueves Santo que celebró en la basílica de San Pedro.
En la misa del Jueves Santo, como recordó el papa argentino, se rememora "el día de la institución del sacerdocio y de la propia ordenación sacerdotal" y por ello su sermón estuvo dedicado a cómo deben comportarse los sacerdotes.
El papa habló en su homilía de la "alegría sacerdotal" y explicó "que ayuda en los momentos de apatía y tristeza que sobrevienen en la vida sacerdotal". Momentos por los que el pontífice también ha pasado, como él mismo desveló.
"Incluso en los momentos de tristeza, en los que todo parece ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce, esos momentos apáticos y aburridos que a veces nos sobrevienen en la vida sacerdotal (y por los que también yo he pasado), aun en esos momentos el pueblo de Dios es capaz de custodiar la alegría, es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría", dijo.
Llevar a Cristo
El papa también destacó que el sacerdote sin Cristo es un hombre pequeño. "Creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: y que la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza (...). Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas", señaló.
El papa también se refirió a la llamada "alegría misionera" que debe tener un sacerdote y que es necesario "bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar", y destacó que esta alegría solo fluye cuando el pastor está en medio de su rebaño.
Instó además a los sacerdotes a que dejen las puertas abiertas de su Iglesia para que sean "refugio de pecadores, hogar para los que viven en la calle, casa de bondad para los enfermos, campamento para los jóvenes, aula para la catequesis de los pequeños de primera comunión y lugar donde el pueblo de Dios tiene un deseo o una necesidad".
El papa concluyó deseando nuevas vocaciones sacerdotales entre los jóvenes, también rogando "por los recién ordenados" que tienen "la alegría de salir, de hacerlo todo como nuevo, la alegría de quemar la vida por ti", pero también por "los ya tienen varios años de ministerio" y "por los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos".

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