Lo
han llamado diálogo y también debate. Pero lo cierto es que el primer
encuentro del jueves entre el gobierno venezolano y una parte de la
oposición, que gestionó la Unasur por pedido del presidente Nicolás
Maduro y bajo sus condiciones, no dio aún resultados que alienten la
posibilidad de solucionar la crisis en ese país.
La cita, que arrancó con fórceps luego de reuniones e interminables llamadas telefónicas hasta último momento, se prolongó por unas seis horas de intervenciones televisadas, hasta la madrugada del viernes.
Si bien dentro y fuera del país se felicita la posibilidad de que ambos bandos se escuchen, los discursos hasta ahora solo ratifican la polarización existente y la división de la oposición.
Ya en la mesa, Maduro recriminó a la oposición radical por casi una hora de introducción y pidió “una condena a la violencia como forma de hacer política, como estrategia para cambiar gobiernos”.
También rechazó propuestas opositoras –amnistía de presos y desarme de civiles afines al oficialismo–, planteó la integración de mesas de trabajo y convocó a una nueva reunión para el martes cuya agenda todavía está en la nebulosa. En la víspera había anticipado que no habría “negociación ni pacto”
El presidente “pierde una gran oportunidad de realizar una cesión estratégica a la oposición para levantar la esperanza (de la población) en el diálogo”, dijo el analista Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.
La dureza del gobierno sería resultado de presiones internas de sectores radicales del chavismo. “Cualquier asomo de un gobierno de conciliación activaría al sector extremista del chavismo, colocando a Venezuela en un abismo”, escribió en un artículo el analista Nicmer Evans, cercano al oficialismo.
Durante el encuentro, el gobernador de Miranda y excandidato presidencial Henrique Capriles, quien antes rechazó llamados del gobierno al diálogo, aseveró: “Ni queremos un golpe de Estado ni queremos un estallido social (...). Queremos que este problema se resuelva, (pero para ello) respetemos la Constitución, dejemos la represión”.
Mientras hablaba Capriles, el presidente de la Asamblea y segundo al mando del chavismo, Diosdado Cabello, tuiteó desafiante: “Definitivamente el asesino fascista Capriles tiene problemas, no entiende que perdió las elecciones de abril pareciera que le falta algo”. En el 2013 Capriles obtuvo 49,07% de los votos en las presidenciales frente al 50,66% de Maduro.
Los opositores aseguraron que las autoridades se han excedido con la represión de las protestas con la ayuda de grupos de civiles afines al gobierno. “Pido respeto por los colectivos. Son, en esencia, grupos de trabajo social”, replicó Maduro.
“Los únicos colectivos armados son los que asesinan gente en las guarimbas (barricadas)”, añadió Cabello. A lo que le respondió el gobernador de Lara, Henri Falcón (opositor): “Nosotros estamos obligados a concertar. O dialogamos o nos matamos, hermano”.
Los ausentes de la cita fueron los grupos que están en las calles, el movimiento estudiantil y partidos opositores como Voluntad Popular, que lidera el detenido Leopoldo López.
Los estudiantes contestaron a la invitación al diálogo que hizo la Unasur a través de un comunicado en el que se desmarcaron de la “oposición oficial” y afirmaron que no había posibilidades de acuerdo. “Para nosotros, son traidores de esta causa quienes digan que hay condiciones para el diálogo cuando están asesinando jóvenes, deteniéndolos, allanando hogares, secuestrando estudiantes, violentando a periodistas en el ejercicio de su labor...”, se menciona en el escrito.
El analista político Manuel Sierra aseguró que el encuentro fue “apenas un comienzo (...) que muestra la voluntad de resolver los problemas”, pero sobre el que “no pueden ponerse muchas expectativas”.
Horas después, Maduro calificó la cita de “excelente” y como un “paso crucial para la paz”, y pidió a los venezolanos apoyar el proceso. Capriles aseveró que “si no hay resultados, quedará en la retórica y quedará una frustración muy grande para nuestro pueblo”, y que los resultados dependen en un 90% del gobierno.
El vicepresidente Jorge Arreaza anotó que en las siguientes citas los bandos cederán en actitudes y no en “puntos”, pues “hay dos modelos” que cada quien defiende.
La cita, que arrancó con fórceps luego de reuniones e interminables llamadas telefónicas hasta último momento, se prolongó por unas seis horas de intervenciones televisadas, hasta la madrugada del viernes.
Si bien dentro y fuera del país se felicita la posibilidad de que ambos bandos se escuchen, los discursos hasta ahora solo ratifican la polarización existente y la división de la oposición.
Ya en la mesa, Maduro recriminó a la oposición radical por casi una hora de introducción y pidió “una condena a la violencia como forma de hacer política, como estrategia para cambiar gobiernos”.
También rechazó propuestas opositoras –amnistía de presos y desarme de civiles afines al oficialismo–, planteó la integración de mesas de trabajo y convocó a una nueva reunión para el martes cuya agenda todavía está en la nebulosa. En la víspera había anticipado que no habría “negociación ni pacto”
El presidente “pierde una gran oportunidad de realizar una cesión estratégica a la oposición para levantar la esperanza (de la población) en el diálogo”, dijo el analista Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis.
La dureza del gobierno sería resultado de presiones internas de sectores radicales del chavismo. “Cualquier asomo de un gobierno de conciliación activaría al sector extremista del chavismo, colocando a Venezuela en un abismo”, escribió en un artículo el analista Nicmer Evans, cercano al oficialismo.
Durante el encuentro, el gobernador de Miranda y excandidato presidencial Henrique Capriles, quien antes rechazó llamados del gobierno al diálogo, aseveró: “Ni queremos un golpe de Estado ni queremos un estallido social (...). Queremos que este problema se resuelva, (pero para ello) respetemos la Constitución, dejemos la represión”.
Mientras hablaba Capriles, el presidente de la Asamblea y segundo al mando del chavismo, Diosdado Cabello, tuiteó desafiante: “Definitivamente el asesino fascista Capriles tiene problemas, no entiende que perdió las elecciones de abril pareciera que le falta algo”. En el 2013 Capriles obtuvo 49,07% de los votos en las presidenciales frente al 50,66% de Maduro.
Los opositores aseguraron que las autoridades se han excedido con la represión de las protestas con la ayuda de grupos de civiles afines al gobierno. “Pido respeto por los colectivos. Son, en esencia, grupos de trabajo social”, replicó Maduro.
“Los únicos colectivos armados son los que asesinan gente en las guarimbas (barricadas)”, añadió Cabello. A lo que le respondió el gobernador de Lara, Henri Falcón (opositor): “Nosotros estamos obligados a concertar. O dialogamos o nos matamos, hermano”.
Los ausentes de la cita fueron los grupos que están en las calles, el movimiento estudiantil y partidos opositores como Voluntad Popular, que lidera el detenido Leopoldo López.
Los estudiantes contestaron a la invitación al diálogo que hizo la Unasur a través de un comunicado en el que se desmarcaron de la “oposición oficial” y afirmaron que no había posibilidades de acuerdo. “Para nosotros, son traidores de esta causa quienes digan que hay condiciones para el diálogo cuando están asesinando jóvenes, deteniéndolos, allanando hogares, secuestrando estudiantes, violentando a periodistas en el ejercicio de su labor...”, se menciona en el escrito.
El analista político Manuel Sierra aseguró que el encuentro fue “apenas un comienzo (...) que muestra la voluntad de resolver los problemas”, pero sobre el que “no pueden ponerse muchas expectativas”.
Horas después, Maduro calificó la cita de “excelente” y como un “paso crucial para la paz”, y pidió a los venezolanos apoyar el proceso. Capriles aseveró que “si no hay resultados, quedará en la retórica y quedará una frustración muy grande para nuestro pueblo”, y que los resultados dependen en un 90% del gobierno.
El vicepresidente Jorge Arreaza anotó que en las siguientes citas los bandos cederán en actitudes y no en “puntos”, pues “hay dos modelos” que cada quien defiende.
Este diálogo era impostergable, no podíamos seguir manteniéndonos con tranquilidad después de que hermanos nuestros estaban corriendo el riesgo de seguir muriendo luego de los actos violentos iniciados en febrero, sin importar ahora quién tenga la culpa, eso saldrá después”.
Ricardo Patiño,
Canciller ecuatoriano
Hay que buscar la complementariedad entre la protesta en la calle constitucional, pacífica, ciudadana, multitudinaria, y al mismo tiempo la agenda con temas concretos para protestar. Diálogo sin presión social no lleva a ningún lado y presión social sin agenda, tampoco”.
Julio Borges
Diputado opositor
La violencia partió de Leopoldo López y su grupo Voluntad Popular. Es una organización de terroristas, se organizó para delinquir”.
José Pinto
Secretario del Movimiento Revolucionario Tupamaro (exguerrilla chavista)
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